Friday, August 26, 2011

El uso terapéutico de los osos de peluche

Todos siempre hemos aspirado a tener el amigo ideal: que nos sepa escuchar, que siempre esté ahí cuando lo necesitemos, que siempre nos devuelva esa cálida sonrisa y ese silencio que lo dice todo. Algún compañero a quien no le importe que lo empapemos con nuestras lágrimas, que lo apretemos contra nuestro rostro para ahogar una risa sin hacer mucho escándalo, para lanzárselo a una amiga por lo que dijo de tu cabello esponjado... Pues tengo algo que comentarte. Me jacto en decirte que algunos lo tenemos: un oso de peluche. El mío es un koala. Tiene ropa para todas las ocasiones, moños de todos colores y hasta sus patines. A veces es con él con quien converso, con quien me desahogo e incluso con quien veo la televisión. Me he dado cuenta de que a veces el no obtener una respuesta textual es mejor que recibir una crítica o un respuesta no-amable de una persona. Cuando uno se sienta a reflexionar sobre lo que está haciendo, sobre lo que está pasando, es cuando se llega más fácil a una solución, a una respuesta. Es por ello que los osos de peluche son los mejores consejeros: su silencio te permite adentrarte en tus pensamientos y solucionar todo aquello que anda mal. 

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